QUERIDO DIARIO, ayer pasé el
oso más grande de mi vida; quería que me tragara la tierra; hubiese querido
tener el poder de la invisibilidad en ese instante, pero desafortunadamente
nada me salvó y ahora soy el “hazmerreír” de toda la universidad.
Todo ocurrió cuando una
compañera y yo decidimos ir al gimnasio de la universidad a hacer ejercicios. Entramos
y nos pusimos ropa deportiva para sentirnos más cómodas.
Empezamos a realizar los
ejercicios en la bicicleta, luego pasamos a la elíptica y por último hicimos
abdominales.
Ambas estábamos cansadas por
lo cual mi amiga decidió relajarse unos minutos pero yo quería seguir, así que
decidí montarme en la caminadora.
Cuando me subí, empecé a hundir
botones como loca y el aparato se puso demasiado rápido y no pude apagarlo, por
lo cual me caí y me raspé las rodillas.
Todos los que estaban allí,
incluyendo a mi amiga, soltaron carcajadas y de inmediato sacaron sus teléfonos
celulares para tomar fotografías y luego subirlas al Facebook.
En ese instante miré al
cielo y dije en mi mente: “Dios mío, llévame contigo”
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